Chamanismo en las cuevas paleolíticas
La arqueología y la antropología física mostraron hace tiempo que las
gentes del Paleolítico Superior, nuestros ancestros Cromañones, eran
exactamente como nosotros. Nuestro linaje directo empieza en África al
menos hace 120.000 años. Hace alrededor de 90.000 años, el
Homo sapiens sapiens,
como ha sido llamado, había llegado al Oriente Próximo. Algunos
continuaron hacia el este y Australia fue probablemente poblada entre
hace 60.000 y 50.000 años. Otros, se dirigieron al oeste y llegaron a lo
que es ahora Europa Occidental entre hace 45.000 y 40.000 años. Ellos
y/o sus descendientes fueron los creadores de lo que llamamos arte
rupestre. Puesto que muchas de esas pinturas y grabados fueron
realizadas en las profundidades de las cuevas, donde nadie vivía, ya
desde su descubrimiento la mayoría de los especialistas han coincidido
en que respondían a un fin religioso y en que, a través de ellas,
podíamos aproximarnos a algunas de las creencias de aquellas antiguas
gentes. Se hicieron comparaciones con el arte rupestre de cazadores
recolectores modernos existente en otras partes del mundo. La
universalidad de la religiosidad humana, así como el hecho irrebatible
de que pertenecemos todos a la misma especie, con las mismas facultades,
necesidades y anhelos, hacían posibles tales comparaciones.
Es una idea propuesta hace medio siglo (Eliade, 1951) que las
religiones paleolíticas europeas podían ser chamánicas. La hipótesis fue
desarrollada en años posteriores (particularmente por Lewis-Williams
& Dowson, 1988). Antes de que se aplicara a lo que conocemos de las
cuevas pintadas, tres series distintas de observaciones fueron tenidas
en cuenta: los trabajos de neuropsicología acerca de los estados de
conciencia alterada, las sociedades chamánicas en el mundo, y el arte
rupestre de culturas chamánicas conocidas, como los San de África del
Sur y numerosos grupos nativos americanos del Este de E.E.U.U. En los
90, trabajé con Lewis-Williams para comprobar si la teoría podía ser
aplicada o no al arte rupestre Europeo (Clottes & Lewis-Williams,
1996, 1997, 2001). Recientemente, Lewis-Williams ha desarrollado y
expandido su modelo e ideas en un innovador libro (Lewis-Williams,
2002).
El modelo neuropsicológico
Los estados de conciencia atlerada son parte intrínseca del acervo
neuropsicológico humano. Además de los sueños reales y de las
ensoñaciones en estado de vigilia, nuestras percepciones pueden ser
modificadas por el cansancio, la falta de sueño, las emociones fuertes o
por verdaderas alucinaciones. Estas últimas pueden ser causadas no sólo
por drogas o estados patológicos, sino también por ayuno, insolación,
oscuridad, sufrimiento, sonidos palpitantes, luces centelleantes,
concentración intensa, &c.. En nuestra sociedad ultra racionalista,
tales fenómenos son despreciados, por lo que muchos de ellos nunca son
tenidos en cuenta. En otro tipo de culturas, los buscadores de visiones
llegarán a ser profetas, líderes espirituales, o chamanes.
Lewis-Williams y Dowson (1998), basándose en los numerosos estudios
publicados sobre las alucinaciones, propusieron un modelo con tres
estadios. Este modelo es «ideal», es decir, determinadas personas
pasarán de un estadio al siguiente, mientras que otras alcanzarán
directamente el tercero e incluso habrá quienes nunca sobrepasen el
primer o segundo estadio.
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Figura 1. Las nubes de puntos son uno de los elementos entópticos
que se ven usualmente en el primer estadio del trance. Aquí, en la
Cueva del Castillo (Cantabria, España), han sido ordenados en una estela
que parece salir de un agujero. Fotografía de L. de Seille. | | |
El primer estadio se caracteriza por fenómenos entópticos (esto es,
que tienen lugar dentro del ojo) con la percepción de formas
geométricas. En el segundo, la mente afectada instintivamente intenta
racionalizar dichas formas y otorgarles un significado. Comienza la
organización. Una sensación frecuente es la de viajar a través de un
túnel o ser absorbido por un remolino. Al salir de él se llega al tercer
estadio, con alucinaciones espectaculares en las que todos los sentidos
participan y a veces se entremezclan en extraña confusión. Se puede
levitar, encontrarse con extrañas criaturas, hablar con animales o
transformarse en ellos. Los fenómenos entópicos permanecen a menudo de
fondo (Lemaire, 1993).
De acuerdo con el etnólogo (Reichel-Dolmatoff, 1978), las visiones de
los indios colombianos Tukano siguen el modelo arriba descrito con
bastante fidelidad. Otras variantes se han documentado en numerosas
sociedades chamánicas de varias partes del mundo. Por ejemplo, el chamán
siente que su alma abandona frecuentemente su cuerpo y vuela al otro
mundo a través de un túnel o bajo el agua. Esto recuerda experiencias
místicas u otras cercanas a la muerte, cuando el sujeto vislumbra una
gran luz al final de un túnel, o cuando puede volar o sentir claramente
la presencia de sus seres queridos. Todas estas reacciones son las
propias del sistema nervioso humano ante estímulos y situaciones
excepcionales.
Chamanismo
De entre los múltiples componentes del chamanismo (Hultkranz, 1987;
Vitebsky, 1995), algunas características están directamente relacionadas
con nuestro propósito.
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AFigura 2. El llamado «brujo» de la cueva de Gabillou (Dordogne,
Francia), representa una criatura compuesta de lo animal y lo humano.
Ilustración de J. Gaussen. | | | | | | |
En primer lugar, la creencia en un cosmos complejo en el cual
coexisten varios mundos, paralelos o dispuestos en niveles, que
interactuan entre sí haciendo que la mayor parte de nuestros
acontecimientos estén causados por el otro(s) mundo(s).
En segundo, algunas personas se consideran capacitadas para entrar en
contacto deliberadamente con el otro(s) mundo(s) para conseguir fines
beneficiosos: sanar la enfermedad, mantener buenas relaciones con los
seres sobrenaturales o restaurar la armonía quebrada, imprecar la lluvia
en periodos de sequía, asegurar una buena caza o dirigirse al «Señor de
las Animales» para que la caza pueda ser posible, predecir el futuro o
maleficiar a un enemigo.
Y en tercero, el contacto puede tener lugar cuando los espíritus
favorables acuden, a menudo con formas animales, al chamán o al buscador
de visiones. El chamán se identificará con su espíritu favorable. Puede
también enviar su alma al otro mundo para encontrarse con los espíritus
y obtener su ayuda. Todo esto tendrá lugar a través del trance.
Finalmente, el chamanismo está ampliamente extendido entre los
pueblos cazadores y la recolectores. Hasta hace poco, estaba presente en
una enorme área que incluía el Ártico, desde Siberia a Canadá,
Escandinavia, toda la América del norte y bajaba hasta el norte de la
América del sur. Teniendo en cuenta que el hecho religioso se mantiene
durante largos periodos de tiempo, incluso en sociedades dinámicas, y,
también, el muy antiguo poblamiento de América en el Paleolítico
Superior, en buena lógica deberíamos considerar como hipótesis previa la
existencia de un fuerte entramado chamánico en las religiones
paleolíticas.
El arte rupestre de las sociedades chamánicas contemporáneas.
Muchas similitudes, causadas por una comunidad de creencias, se
aprecian en la localización del arte, su temática y sus motivaciones.
A menudo, los sitios pintados o grabados son considerados como una
entrada al mundo de los espíritus, una puerta que puede operar en ambos
sentidos. Esos sitios también facilitan la llegada de visiones. Una
persona que pretenda acceder al mundo sobrenatural irá a un lugar
solitario para esperar una visión, a menudo al pie de una pared cargada
con el poder de sus imágenes. La entrada al otro mundo se producirá tras
atravesar un túnel custodiado por animales guardianes (osos y/o
serpientes de cascabel en California). En estos lugares sagrados, los
espíritus animales emergen de entre las grietas de la roca y regresan de
igual modo. Esta es una de las razones por las que tantas serpientes y
otros animales son representados como si parecieran surgir de la roca.
Las imágenes estaban llenas de poder, lo que explica su apiñamiento
en algunos paneles: cada una de las nuevas absorbía el poder de las
anteriores y añadía el suyo propio. El número de temas representados es
siempre limitado. En el californiano Coso Range, los muflones predominan
en tanto que animales de lluvia, desempeñando un papel vital en esa
desértica región.
Las imágenes incluyen figuras geométricas, similares a las formas
entópticas, y criaturas compuestas (con características animales y
humanas), que los testimonios etnológicos describen como espíritus
encontrados en el trance o como transformaciones del mismo chamán.
En varios casos, el arte rupestre servía para materializar las
visiones. En Nevada y California, si esto no se hacía, el buscador de
visiones «perdería» aquellas que hubiera tenido y moriría. A veces, el
viaje del alma del chamán se representaba mediante metáforas (su propia
muerte o la matanza de un animal para el trance).
Todo esto permite apreciar una obvia relación con el arte paleolítico.
Arte Paleolítico
El arte paleolítico evidencia una total unidad en varios aspectos. De
entrada, el uso constante de la profundidad de las cuevas a lo largo de
más de 20.000 años. Pintar y grabar en un ambiente de completa
oscuridad es algo excepcional en la historia del género humano. Que tal
tradición perdurara tanto tiempo sólo se explica por la existencia de
creencias fuertemente arraigadas, transmitidas de generación en
generación.
En toda Europa y en todo tiempo, la representación de animales y
signos geométricos fue prioritaria, así como la ejecución de muchos
trazos indeterminados. La figura humana escasea. Las criaturas
compuestas también son propias del arte Paleolítico (desde un hombre con
cabeza de león en el Auriñaciense de Hohlenstein-Stadel a los «brujos»
del Magdaleniense medio de Trois-Frères, figura 3.).
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Figura 3. El llamado «brujo con arco musical» de la Cueva
Trois-Frères (Ariège, Francia), compuesto de lo animal y lo humano.
Figuras como ésta, o la de Gabillou, comunes en culturas chamánicas,
podrían representar al chamán transformado, o a un espíritu
sobrenatural. Ilustración de H. Breuil. | | |
En las cuevas, las gentes del Paleolítico Superior se comportaron
exactamente igual desde el 32.000 al 12.000 BP. Fueron a los más remotos
pasillos y recovecos, a veces a lugares donde sólo cabían una o dos
personas al mismo tiempo (Portel, Chauvet, Tuc d'Audoubert, Candamo).
Allí, lo importante era el acto de representar, no el resultado. Por el
contrario, en grandes salas (Lascaux (Salle des Taureaux), Niaux,
Chauvet) se hicieron impresionantes composiciones, y otras pinturas se
superpusieron en complejos palimpsestos (Trois-Frères, Gargas, Lascaux:
Ábside). Esto implica la participación en ceremonias colectivas en las
que las imágenes jugaban un papel en la perpetuación de las creencias,
las visiones del mundo y las prácticas rituales para obtener la ayuda de
los espíritus.
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Figura 4. Parte de la famosa «Escena del Pozo»de la cueva de
Lascaux (Dordogne, Francia), en la que un hombre con cabeza de pájaro
yace frente a un bisonte herido y eviscerado. Cerca del hombre, un
pájaro parece posado en una vara. La imagen del pájaro podría
representar el vuelo del alma, una metáfora común en el trance del
chamán. Ilustración de A. Glory. | |
La cueva misma tenía la mayor importancia. Muy a menudo, y en todo
tiempo, se aprovecharon los relieves naturales u otros accidentes de la
roca para la representación de alguna parte del cuerpo del animal, o
como si los animales surgieran de las grietas de la pared, de los tubos o
del fondo de las galerías de las cuevas (figura 5). Muchos fragmentos
de hueso fueron introducidos en las grietas de las paredes sin más
propósito práctico que el de penetrar en la roca (figura 7). Vestigios
de tales gestos no utilitarios se han encontrado en diversas cuevas que
se sitúan entre los 27.000 años de Gargas y los 14.000 de las Cuevas del
Volp, confirmando que la cueva y sus paredes eran pensadas y usadas del
mismo modo.
Estos hechos son demasiado numerosos para ser el resultado del azar o
la coincidencia. Testimonian tradiciones y la materialización de
fundamentalmente las mismas creencias durante más de veinte milenios.
El arte Paleolítico como el testimonio de una religión chamánica
Las gentes del Paleolítico Superior, nuestros directos antecesores,
tenían un sistema nervioso idéntico al nuestro y, por lo tanto, estados
de conciencia alterada que interpretarían a su manera. Sabemos que
repetida y deliberadamente entraban en la profundidad de las cuevas para
plasmar representaciones, no para vivir allí, y eso ocurrió durante
inmensos periodos de tiempo. También sabemos que en todo lugar y en toda
suerte de mitologías, el mundo subterráneo ha sido considerado como el
reino de lo sobrenatural, de los dioses, la muerte o los espíritus. Ir
allí era aventurarse en el otro mundo para reunirse con sus moradores.
La analogía con los viajes del alma del chamán es obvia. Además, las
experiencias de espeleólogos contemporáneos avalan las propiedades
alucinógenas de las cuevas (Fénies, 1965). Estas alucinaciones
accidentales se deben al frío, la humedad, la fatiga, y la falta de
estímulos externos. Cuando los magdalenienses o sus predecesores iban a
la profundidad de las cuevas, sabían que penetraban en el mundo de lo
sobrenatural y esperaban encontrarse allí con los espíritus. En tal
estado mental, reforzado por la tradición, la posibilidad de tener
visiones se acrecentaba.
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Figura 5. Dos ciervas que parecen salir de una galería de la cueva de Covalanas (Cantabria, España). Fotografía de L. de Seille. | | | |
De este modo, las cuevas tenían una doble función: facilitar las
visiones y acceder a los poderes a través de la pared, que era una
suerte de velo entre el otro mundo y el nuestro. Así, el uso de relieves
naturales cobra pleno sentido: se creía que el propio espíritu del
animal estaba presente en la roca, literalmente al alcance de la mano.
Mediante la representación, se llegaba a él a través del velo de la
pared y se conectaba con su poder. Los agujeros, tubos y galerías
profundas jugaban un papel similar, como lugares por los que los
animales surgían (figura 5).
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Figura 6. Trozos de hueso introducidos en las grietas de la pared.
Fotografía de J. Clottes. | | |
Este deseo de conectar con los espíritus o los poderes del mundo
subterráneo se habría manifestado también de otros tres diferentes
modos. Primero, mediante la introducción de astillas de hueso en las
grietas de las paredes (Trois-Frères, Enlène (figura 6), Tuc
d'Audoubert, Bédeilhac, Labastide, Troubat, Brassempouy, Portel, Llonin,
&c.). El simbolismo básico de este tipo de gesto se puede encontrar
en todo tipo de contextos, incluso en nuestros días (como en el Muro de
las Lamentaciones de Jerusalén). Segundo, con los grabados digitales y
los trazos ideterminados, que podrían responder a los mismos motivos: no
pretendían dibujar una imagen, sino dejar una marca allí donde era
posible (Cosquer, Gargas): lo importante era el gesto en sí mismo.
Teniendo en cuenta el contexto sagrado de las cuevas, la explicación más
verosímil estaría en que con su ejecución se intentaba conectar
directamente con los poderes de la pared. Estas marcas podrían haber
sido hechas por los no iniciados y ser su concreta participación en las
ceremonias. Y, finalmente, las manos impresas o estarcidas (figura 7)
obedecerían al mismo tipo de objetivo. Tras apoyar la propia mano sobre
la pared y soplar la pintura sagrada sobre ella, la propia mano quedaba
ligada a la roca y tomaba su color, rojo o negro. Metafóricamente, la
mano se fundía con la pared y dejaba su espectro cuando se la retiraba.
Tal acción establecería una concreta relación con el mundo de los
espíritus y permitiría a algunas personas (por ejemplo, a niños en
Gargas; o a enfermos) beneficiarse del contacto directo con los poderes
del más allá.
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Figura 7. Mano estarcida de la cueva de El Castillo (Cantabria, España).
Fotografía de L. de Seille. | | | |
Conclusión
No ha sido nuestro propósito explicar la totalidad del arte del
Paleolítico desde el chamanismo. Basándonos en lo que se conoce de él
(o, más bien, de los chamanismos) en el mundo, hemos examinado el modo
como las cuevas paleolíticas se utilizaron durante más de 20.000 años.
Ello nos ha llevado a pensar que la mayoría de su arte se realizó según
un
sistema chamánico de creencias, lo que no implica que
todas
las imágenes provinieran de visiones, ni aun si el trance y las
alucinaciones hubieran tenido un importante papel. Hoy en día no podemos
conocer los detalles de las creencias de aquellas gentes. En todo caso,
hemos dado un paso hacia la comprensión de su actitud ante lo
sobrenatural y sus modos de acercarse a sus propios dioses.
Bibliografía
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